Gran conversación y excelente desayuno con el dueño del hostal donde nos hemos alojado, super-simpáticos.
Nuestro primer destino era el Museo de Magallanes con los barcos, así que hemos cogido un Uber hacia allí para llevarnos una desagradable sorpresa, solamente aceptan pago en efectivo, con lo cual nos hemos quedado sin entrar y hemos estado vagabundeando por fuera un rato.
Tras ello hemos intentado ir al museo histórico y hemos tenido el mismo problema.
Con tanto revés nos hemos metido en el cementerio, que es mucho más grande que el de Puerto Natales, pero nos ha llamado menos la atención, tal vez porque el impacto del primero que vimos fue el que quedó en nuestra memoria.
Tras el cementerio hemos ido a comer un sitio de sushi buenísimo después a pasear por la costanera, es decir, el paseo marítimo desde donde se puede ver el mítico estrecho de Magallanes.
Hemos recorrido la costanera, plaza de armas, subido al cerro de la cruz, visto el árbol presidencial, etc...
Finalmente tras un día de mucho andar, hemos cogido un Uber al aeropuerto con una conductora muy simpática y habladora.
Como reflexión final tal vez si hubiésemos planificado el viaje mejor (no le pudimos dedicar tiempo) tal vez habríamos hecho los 15 días en Argentina, haciendo rutas en El Chaltén y visitando Ushuaia, ya que los precios eran mucho más baratos que en Chile y así no habríamos perdido el tiempo en cambio de fronteras. Además, creo que nos hubiera apetecido en Torres del Paine haber hecho el famoso circuito de trekking llamado "la W", porque incluye variedad de paisajes y una experiencia única, pero para eso hacía falta más tiempo y haber hecho reservas con antelación en los lugares para dormir durante el recorrido.
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