Tras desayunar en nuestra casa, ha llegado la taxista que habíamos contratado para el día completo, con la idea de ir con total libertad a la hora de estar en las pasarelas y no tener las prisas de un tour.
El viaje en taxi dura una hora y media aproximadamente, hay que parar en la entrada del parque para pagar la entrada (unos 12 EUR/persona) y después hay un par de miradores desde donde se puede apreciar el glaciar en la distancia.
Tras ello hemos ido a las famosas pasarelas del Glaciar Perito Moreno, que ofrecen una forma segura y accesible de admirar de cerca este coloso de hielo, permitiendo a los visitantes recorrer diferentes trayectos con vistas panorámicas del glaciar y sus desprendimientos. Este sistema de pasarelas y miradores está diseñado para causar el menor impacto ambiental posible, brindando al mismo tiempo una experiencia inigualable en el corazón de la Patagonia argentina.
Pasamos unas tres horas y media recorriendo las pasarelas, y la verdad, habríamos pasado "sin problemas" 1 o 2 horas más si no fuera porque la taxista nos había reservado el barco que se acerca al glaciar para una hora concreta.
En las pasarelas hay diferentes puntos de vista, pero incluso más que la vista, impresiona los continuos ruidos y crujidos que hace el glaciar, un no parar de sonidos que pudimos disfrutar incluso mientras nos comíamos un bocadillo tranquilamente. Además, cómo no, también pudimos observar algún que otro desprendimiento grande.
Tras las pasarelas nos dispusimos a subir al barco que se acerca a las paredes del glaciar (unos 42 EUR/persona), lleno a reventar de gente, pero que aun así merece la pena porque obtienes otro punto de vista y te acercas bastante a las paredes.
Finalmente la taxista (Mirta) dijo que tenía prisa por volver, con lo que apenas pudimos disfrutar de otros miradores, lo cual fue un poco molesto... Eso unido a que finalmente nos cobró aproximadamente 35 EUR de más porque nos hizo un cambio que no correspondía con el real (nos ha cobrado 135 EUR cuando debería haber sido 100), y es que después nos enteramos que Argentina tiene varios tipos de cambio de moneda, y ella se aprovechó de nuestro desconocimiento para aplicar el que no se aplica nunca... así que ojo con el cambio para futuros viajeros!.
Una vez en Calafate pudimos probar la fruta que da nombre a la ciudad, el famoso calafate, que es una especie de arándano, mucho más pequeño y con unas semillas bastante grandes que sale por toda la zona en unas plantas llenas de pinchos... que se recolectan "a mano".
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