El martes es nuestro día grande en el parque, y a pesar de haber dormido poco por llegar tarde el día anterior, suena el despertador decidido a que aprovechemos al máximo el día.
Son las 5:45 a.m., y la idea es dirigirnos hacia la entrada norte del Parque Torres del Paine, aunque antes de emprender la ruta de la base Torres, nos detuvimos a capturar el espectáculo del amanecer sobre el macizo, una vista que nos dejó impresionados y "nos obligó" a hacer una pausa para tomar fotos.
Iniciamos la ruta con entusiasmo, enfrentándonos primero a un tramo soleado de inclinación media que nos llevó tras una larga subida a descender hacia un valle impresionante y al Refugio Chileno. A partir de ahí, el camino se sumergió en un bosque encantador hasta el punto de inicio del ascenso final, un desafío que nos pondría a prueba.
Tras una breve pausa para recuperar energías, enfrentamos el tramo de ascenso de 1500 m de longitud y más de 400 metros de desnivel. Sorprendentemente, encontramos esta parte menos ardua de lo anticipado, tal vez era la ilusión...
Al llegar a la cima, el panorama del lago y las torres del Paine nos recompensó con creces: una vista espectacular que compartimos con otros aventureros durante unas dos horas, comiendo nuestros sándwiches tranquilamente con una vista mítica.
El descenso de vuelta resultó complicado por el tráfico de gente, ya que es bastante duro y complicado en su parte inicial, formándose bastantes atascos...
Así nos llevó de vuelta al refugio, donde aprovechamos para tomar un café y descansar.
La jornada culminó con el descubrimiento de otro puma que otra persona estaba avistando en una curva del camino, y una visita al lago de los flamencos para ver el atardecer, antes de regresar a Puerto Natales para cenar nuevamente en nuestro restaurante chino favorito/abierto.
Esta aventura no solo puso a prueba nuestra resistencia física, ya que fueron unas 10 horas de ruta, 22km y 1200m de desnivel acumulado, sino que también nos regaló momentos de conexión profunda con la naturaleza y encuentros memorables, tanto con la fauna local como con otros viajeros que comparten nuestra pasión por la exploración.
