Arrancamos el día con un buen desayuno en el hostal para salir, a primera hora, hacia las lagunas de Baltinache. El google maps estima 1 hora de viaje, así que nos ponemos en marcha.
El primer tramo lo hacemos por la carretera dirección a Calama para, a continuación, coger un desvío y comenzar un camino infernal durante aproximadamente 40 km, en los que no pasamos de 15-20 km/h por los baches diagonales contínuos que hacen este trayecto extremadamente incómodo.
Las señales e indicaciones de los puntos de interés son escasas, o incluso inexistentes, en la mayoría de las excursiones en Atacama, hasta tal punto que incluso nos paramos a medio camino dudando si seguir, ya que se nos está haciendo demasiado largo el trayecto, aunque finalmente, tras algo más de 2 horas, por fin llegamos.
Al llegar vemos que abren a las 10 y a partir de las 16h no se puede entrar.
Actualmente, es posible bañarse en dos de las lagunas escondidas de Baltinache y por tanto, al pagar la entrada acedemos a un pequeño recinto con duchas y vestuarios y una zona de picnic para comer tranquilamente lo que te hayas llevado, porque allí, al estar en medio de la nada, no hay ningún restaurante ni cafetería.
Comenzamos nuestro paseo admirando el colorido característico de estas lagunas, nos encantael sitio, soledad, silencio, tranquilidad, es una pasada y como no queriamos dejar la oportunidad de probar la flotabilidad de su agua salobre, nos bañamos primero en la última de ellas.
Uff, el agua está muuuuuuuy fria, pero aún así hay que saborear el momento y disfrutar del privilegio de estar en este paisaje tan impresionante flotando.
Al salir estamos completamente cubiertos de sal, lo que hace que la ropa nos roce y el sol nos queme aún más.
Sin embargo queremos seguir disfrutando de aquello y nos quedamos en la zona de picnic comiendo algo y volviendo a probar la primera poza y su flotabilidad.
Tras ello nos duchamos para quitarnos la sal del cuerpo e intentamos hacer lo mismo con la ropa, aparatos electrónicos, etc...
Este día llegan nuestros amigos Ismael, Macarena y Gonzalo desde Santiago, su vuelo aterriza a mediodía y contratan un transporte hasta San Pedro (en el aeropuerto de Calama ofrecen muchisimas opciones nada más bajar del avión), por lo que dejamos las lagunas de Baltinache para volver a San Pedro. En la vuelta cambiamos de conductor y aumentamos mucho la velocidad para ver si resulta más cómodo el camino que en el viaje de iga yendo despacio, y resulta ser que sí, al superar los 50 km/h no se notan tanto los baches.
Una vez llegamos al pueblo y mientras llegan nuestros amigos decidimos comprar unas empanadas típicas y disfrutarlas en un montículo con vistas a los Andes, una comida de lujo.
Entre tanto, ya han llegado al hostal, así que vamos a verlos para planificar la tarde, pero resulta que el peque Gonzalo se encuentra un poquito mareado por la altitud de San Pedro de Atacama (2500m), por lo que deciden quedar descansando y aclimatando tranquilamente con hojas de coca y agua.
Nosotros entonces decidimos ir al Valle de Marte a ver el anochecer.
Allí dejamos el coche en al aparcamiento de la duna donde la gente se lanza en tabla de snow y caminamos hasta la parte superior para desde allí disfrutar de la puesta de sol y los colores sobre los andes mientras sale en el horizonte la luna llena. Sencillamente espectacular.
Mientras estamos disfrutando del valle de Marte nos ponemos a hablar con Rosa, una valenciana madurita a la que le encanta viajar y está con varias amigas recorriendo Chile. Hoy sus amigas estaban un poco cansadas y ella había decidido que no quería perderse nada, así que haciendo auto-stop llegó hasta el valle de Marte y allí estaba buscando a alguien que le llevase de vuelta al pueblo, vaya energía!.
Una vez disfrutada la puesta de sol volvemos a cenar al pueblo aprovechando para preguntar en alguna agencia por el Tour del Tatio, ya que vemos por todos lados que no es conveniente ir con coche propio y que recomiendan ir en tour..... de esto ya hablaremos más adelante.