El viernes, tras levantarnos y desayunar en una pastelería de la zona, nos planteamos alquilar un coche para visitar los alrededores de Lisboa y así alejarnos un poco de la masificación del fin de semana. Por no tener que ir hasta el aeropuerto, decidimos alquilarlo en el único sitio disponible de la zona centro, y aunque nos resultó bastante más caro, era más cómodo y con todos los extras incluidos: seguro a todo riesgo (menos mal), segundo conductor, ayuda en carretera, etc.
Nada más meternos en el coche comienza a llover a cántaros.... aun así nos dirigimos a Sintra, donde nos quedaba por ver la Quinta da Regaleira, un lugar que no quisimos ver rápido y corriendo el día anterior al haber oído hablar muy bien del mismo.
Una vez en Sintra sigue lloviendo sin parar por lo que decidimos entrar a comer a un lugar para replantear la situación, miramos las previsiones del tiempo y todo el fin de semana parece igual en la zona, pinta que la lluvia no va a dar tregua.
Pensamos en marcharnos a la zona centro de Portugal, donde las previsiones son mucho mejores, pero antes, para por lo menos tener una primera impresión de lo que es la Quinta, decidimos acercarnos hasta la entrada y echar un vistazo.
Llegamos allí con el coche muy a pesar de las indicaciones y carteles, que intentaron por todos los medios que no fuesemos capaces de encontrar el lugar, menos mal que existe el google maps, porque de otra forma.... no había ni un sólo cartel indicativo del lugar.
Nos acercamos a las taquillas y obviamente con la que estaba cayendo no había nadie... sin embargo, decidimos pagar la entrada (6 eur) para ver si es tan impresionante como dicen.
Es pagar la entrada y la lluvia se convierte en chirimiri, que poco a poco se convierte en cielo azul... no nos lo podemos creer!!!
Así que viendo que el tiempo nos da una tregua, nos dedicamos a recorrer tranquilamente el lugar (durante más de 3 horas!), entrando en todas las cuevas, todos los rincones, subiendo a todas las torres, bajando a los pozos... un disfrute del lugar en toda regla.
Al salir de allí queda una hora para la puesta de sol, por lo que decidimos acercarnos al cabo da Roca.
Este cabo es el punto más occidental de la Europa continental, 15km más lejos que Finisterre, aunque este último durante muchos años fue poseedor de tal título gracias a los Romanos.
El cabo da Roca nos encanta, lo pillamos con una luz excelente, sin viento, y el lugar en sí es espectacular, unos acantilados tremendos sobre el océano atlántico que da gusto contemplar y fotografiar.
Una vez dejamos el lugar, buscamos un alojamiento y a pesar de ser viernes no tenemos ninguna dificultad en encontrar algo para una noche, es más sencillo de lo que parece viajar sin tener nada reservado.