Con lo cansados que terminamos el día anterior dormimos como campeones y nos levantamos muertos de hambre, así que nos llevamos una muy grata sorpresa al descubrir que el desayuno de nuestro hostal consistía en un pequeño buffet casero del que damos buena cuenta.
Tras un primer día en el que nos ha sorprendido lo super-turístico que es Lisboa y las colas que hay que hacer en muchos lugares con entrada de pago, decidimos que sería buena idea ir a la torre de Belem un día entre semana, con lo que decidimos pasar el día por allí.
Cogemos el tranvía hasta llegar al monasterio de los Jerónimos, donde hay unas colas monstruosas para entrar, por lo que seguimos hasta la torre de Belem, donde por suerte no había NADIE haciendo cola. Suponemos que es una cuestión de prioridades, primero se va a los Jerónimos y luego a la torre de Belem.
Disfrutamos la torre (6 eur) con muy poca gente, subir a todos los pisos por las escaleras de caracol con semáforo y buscar al rinoceronte entre la multitud de motivos esculpidos en sus torres, la verdad es que nos resultó muy divertido. A la salida observamos que se ha formado ya una cola enorme para entrar.
De la torre de Belem nos vamos al monumento a los descubrimientos (5 eur), donde subimos al mirador superior, muy pequeño y con buenas vistas 360 grados al puente, la torre y los Jerónimos.
Ya se ha hecho la hora de comer, así que siguiendo los consejos de nuestro amigo Juan, revisamos el TripAdvisor en busca de algún lugar recomendado por la zona. Escogimos el restaurante O prado y vaya acierto, el lugar estuvo genial, buena comida a muy buen precio. Eso sí, no tomamos postre para degustar los famosos pasteles de Belem en el sitio más típico del barrio, donde puedes acompañarlos con un café y ver a través de cristales cómo los van haciendo.
La visita merece mucho la pena, al igual que la de nuestro siguiente destino: el monasterio de los Jerónimos, donde sigue habiendo bastante cola, así que nos unimos a la misma y avanzamos poco a poco, para luego descubrir que se puede sacar la entrada en el museo arqueológico y ahorrarte tiempo de espera. De cualquier manera este es uno de los sitios, que desde nuestro punto de vista, no te puedes perder.
Una vez hemos disfrutado de este impresionante monasterio, donde descansan entre otros Vasco da Gama, nos volvemos en el tranvía a casa, y como estamos muy cerca del mirador de Santa Justa, pasamos de nuevo a ver si podemos subir... con tan mala suerte que cerraron hacía 1 minuto...
Decidimos subir por las calles traseras hasta la parte superior del ascensor para ver si todavía conseguíamos subir al mirador que hay en el piso superior y cuesta un extra de 1,5 euros. Todavía estaba abierto, así que desde allí vemos el anochecer sobre la ciudad. Este mirador tiene mucho encanto, tanto por la construcción en sí, como por las vistas, de hecho ambos coincidimos en que si no te apetece esperar colas merece la pena subir caminando y acceder directamente al mirador superior.
Con la tarea del mirador de Santa Justa tachada, nos vamos al barrio alto a disfrutar una noche de fado que aunque resultó no serlo... fue igualmente interesante, con lo que nos fuimos a dormir no demasiado tarde para ir a Sintra al día siguiente (Jueves) en espera de no encontrar muchas aglomeraciones.