Monteverde ya lo teníamos como un punto a no perderse por todo lo que habiamos leído, con lo que de camino buscamos un alojamiento para quedarnos 3 noches.
El primer día en el parque nos levantamos y desayunamos por n-ésima vez el clásico gallopinto antes de hacer la ruta por la reserva de monteverde, un bosque húmedo donde pasear (siempre con un poncho cerca) es muy místico.
Para entrar con guía nos pedian 30 USD por persona, así que decidimos entrar por nuestra cuenta y a nuestro ritmo.
Salimos y decidimos comer en un local que hay a la entrada de la reserva, tras observar que tenía precios razonables.
Al salir, vamos al pueblo central de Monteverde, Santa Elena, donde hay muchisimos restaurantes, tiendas turística, y por supuesto turistas!
Nos han comentado que en el pueblo se pueden ver perezosos, pero a pesar de que varios locales nos acompañan y nos llevan a sitios donde los ven "a diario", el animalito se nos resiste y no conseguimos localizar ninguno.
Al día siguiente nos vamos al complejo de Selvatura, empresa de actividades con la que contratamos hacer canopy y un paseo por puentes colgantes, además de una visita a los colibrís. El canopy fue una experiencia agridulce, por un lado muy divertida y por otro un poco perturbadora, al presenciar de primera mano el accidente que sufrió un compañero en la última tirolina donde, por un despiste del guía, recibió un fuerte golpe en el brazo y la cabeza, siendo además una de las personas más mayores del grupo.
Tras ello nos vamos a hacer la ruta de los puentes colgantes donde vemos dos quetzales, como no, y disfrutamos mucho con los colibrís de varias especies que se acercaban a beber en varios recipientes que tenían en uno de los jardines.
Al volver compramos algunos regalos en el pueblo e hicimos un paseo nocturno donde pudimos ver una serpiente en posición de ataque muy quieta esperando a su víctima, posiblemente algún ratón que pase por esas ramas cada noche, una tarántula en su escondrijo, un armadillo paseando, una martilla en las copas de los árboles, un tucan y una urraca durmiendo y para finalizar nuestro recorrido un escorpión, que a simple vista nos resultaba imposible de distinguir de la hojarasca del suelo. Divertidisimo.
Después de un día de mucha actividad nos vamos a dormir para al día siguiente volvernos hacia San José, haciendo de camino una parada en un centro de recuperación de animales y por supuesto, en el típico restaurante de carretera para comer.
Llegamos al hotel La Riviera, donde empezamos nuestra aventura, mucho menos animados que en nuestra llegada... solamente nos queda un día antes de volver hacia España.