Una vez llegamos a Puerto Jimenez con un aterrizaje que nos pone los pelos de punta, casi rozando las copas de los árboles de la selva, allí nos espera nuestra guía durante la visita a Corcovado, Yesenia.
Según hemos leído, la entrada al parque de Corcovado tiene un número de visitantes limitado por día y hay que reservar con mucho tiempo, así que con casi dos meses de antelación reservamos todo con Yesenia Costa, una guía genial que se porta increíblemente bien con nosotros, ayudandonos en todo momento y ante cualquier imprevisto es pura sonrisa.
Estas dos noches en Corcovado es lo único que llevamos reservado del viaje, el resto va todo sobre la marcha.
Yesenia nos ofrece la posibilidad de enviar parte de nuestro equipaje al siguiente destino, Bahía Drake, ya que para entrar en el parque hay que hacer una caminata larga, que se hace bastante dura. Parte del grupo empaqueta y se queda con una mochila ligera, con todo lo necesario para nuestra estancia en el parque, mientras que los dos de Bilbao se van con todo el equipaje.
Nos llevan en coche hasta el inicio de la ruta, recorrido que dura aproximadamente hora y media, en el que ya nos vamos haciendo a la idea de lo que nos espera en las carreteras del país.
A las 8 de la mañana llegamos al punto de salida de la ruta, con un calor y una humedad tremendos, y desde ahí partimos hacia la estación La Serena, situada en el centro del parque.
Según National Geographic, Corcovado es el parque con la biodiversidad más grande del planeta, así que vamos a comprobarlo.
Las primeras tres horas de ruta, hasta la hora de comer, lo llevamos bien y con ilusión, a pesar de que una gran parte del camino transcurre por arena de playa y con un calor abrasador. Tras la comida empiezan a hacer mella las condiciones atmosféricas, y a las 5 horas de ruta uno de nosotros sufre un pajarón tremendo y no es capaz de continuar, con lo que Yesenia hace una parada y aprovecha para buscar cocos y darnos su agua que nos sabe a gloria.
Nos metemos en ríos, descansamos mojándonos, tratamos de comer y restituirnos pero estamos todos ya muy cansados así que hicimos la última parte de la ruta como autómatas hasta que por fin, ya caída la noche (anochece a las 18h), y tras más de 9 horas de caminar por terreno arenoso llegamos a la estación La Serena. Allí nos están esperando unas cervezas bien fresquitas, a 4USD cada una, que nos saben a gloria y una buena ducha, donde casi tuvimos que frotarnos con lija para conseguir quitarnos las capas de sudor del día.
En la Serena tenemos contratadas las cenas y los desayunos, que son muy ricos y abundantes, pero estamos muertos, así que cenamos rápidamente y nos retiramos a descansar para empezar el día siguiente con fuerzas renovadas. Ni que decir tiene que tardamos menos de 10 segundos en caer rendidos en nuestras literas con mosquitera, situadas en un pabellón abierto que permite disfrutar más intensamente la naturaleza del parque.
A las 5 de la mañana ya es de día, y nos despiertan los monos aulladores con un sonido que pone los pelos de punta, allí en medio de la nada rodeados de naturaleza.
Pese a haber descansado muy bien, acusamos todavía el cansancio de la caminata.
Desayunamos premium y hacemos dos rutas, una a primera hora y otra por la tarde, haciendo un descanso en las horas de más calor. Los senderos del parque son espectaculares, todo está muy limpio sin rastros de basura, algo completamente impensable en otros parques donde hemos estado.
Conseguimos ver perezosos, pavos, tapires, colibrís, los cuatro tipos de monos que hay en el parque y muchos pájaros diferentes... restos de bichos comidos por el jaguar/puma... y todo ello en un entorno paradisiaco, completamente de documental.
Hoy disfrutamos más de nuestra cena y en esta última noche en el parque nos vamos a dormir arrollados por los ruidos del parque y las garrapatas, que hacen acto de presencia y tenemos que revisarnos con atención para evitar que se nos peguen.
Al despertar hacemos una pequeña ruta antes de coger la barca que nos llevará a Bahía Drake, nuestro siguiente destino.
El parque nos ha encantado, aunque hemos cometido el error de ir a Corcovado sin descansar lo suficiente después del vuelo internacional, lo cual ha hecho que llegasemos muy cansados a la primera noche en el parque. Si volviesemos a planearlo seguramente hariamos noche en Puerto Jimenez para descansar y empezar más aclimatados.