Tras la caminata el día anterior en Yosemite, nos trasladamos durante varias horas a través del famoso Tioga Pass para salir del parque hacia nuestro siguiente destino.
Dormimos en un motel de carretera de esos de las películas en Mammoth Lakes, y al despertar después de un mega-desayuno americano iniciamos el camino hacia Las Vegas a través del Death Valley.
El Death Valley es una zona totalmente desértica donde como no vayas con coche y aire acondicionado te cueces literalmente, salir del coche es algo increíble, te da una bocanada de calor como si te pusieras delante de un horno y a duras penas se aguantan unos minutos sin empezar a desfallecer.
Es un tramo además bastante largo a una altitud por debajo del nivel del mar, hay que ir bien preparado al menos de agua, porque tampoco es que haya mucho tráfico, y ante cualquier eventualidad estás seguro con un problema grande.
Podemos ver también las dunas desde el Zabriskie Point.
A media tarde llegamos a Las Vegas, donde tenemos tiempo libre y hacemos un primer contacto subiendo a la Torre Stratosphere, desde donde se ven luces en 360 grados a todo lo que da la vista, además, si tienes ganas puedes hacer un salto desde sus 350 metros... uffff, vimos a varios allí dudando antes de saltar...