Arranca nuestro viaje por los parques nacionales del oeste con el desplazamiento a Yosemite, donde como en casi todos los parques hay que pagar una entrada, que es diferente si vas en coche, bici, andando…
Esa entrada se justifica por el mantenimiento de los parques, y de verdad que se hace porque está todo impresionantemente limpio y cuidado, además de que siempre hay Rangers por allí aconsejando a los excursionistas según la ruta que hagan sobre si llevan la equipación correcta, agua, comida, etc...
Nada más entrar entrar en Yosemite se puede apreciar lo imponente del parque, haces la entrada por la pared gigantesca del Capitán, paraiso de escaladores, y te desplazas por un valle con tu propio coche a las diferentes zonas.
No puedes llegar a todos lados con tu vehículo, ya que lo limitan por mantener el orden y hay autobuses gratuitos que te mueven al comienzo de las rutas, puntos pintorestos, etc.
Allí hacemos un par de rutas en dos días, una primera sencilla que llega a la base del Half Dome entre árboles y en la que también podemos ver desde la parte inferior la Upper Fall.
La segunda ruta el día siguiente parte del Glacier Point, un punto 1000 metros sobre el valle donde hay una panorámica que quita el hipo. Para llegar allí nos montarnos en uno de esos autobuses que nos lleva hasta lo más alto.
Allí comienza la ruta de bajada pasando por diferentes cascadas y puntos de observación cada cual más impresionante que el anterior.
Es una ruta larga, y no quiero ni imaginar lo dura que se debe hacer en el sentido contrario, y lo digo porque nos cruzamos a unos cuantos que la estaban haciendo de ese modo.
Tras dos cortisimos días en Yosemite nos hemos quedado con la sensación de que aquí se podría estar una semana al menos, haciendo diferentes rutas y actividades, eso sí, hay que estar preparado físicamente.