Durante los cinco días que duró nuestra expedición en barco por el Rio Negro realizamos multitud de actividades para disfrutar del entorno, como nadar rodeados por delfines rosas (botos bermelhos).
Pasear en Kayak por igarapés para conocer de cerca la flora y fauna de la zona.
Visitar el Museo do Seringal para ver de primera mano cómo se extrae el caucho de los árboles (seringas) y sobre todo conocer la penosa vida que llevaban los trabajadores de estas fazendas, donde vivían explotados por los propietarios. Las instalaciones del museo son los escenarios de la pelicula La Selva, basada en el libro del mismo nombre del escritor José Maria Ferreira de Castro, por lo que es bastante fácil hacerse una idea del ambiente de las fazendas de la época.
Adentrarnos en la selva para practicar nuestra orientación ya que, con tanta vegetación y sin caminos marcados, se pierde facilmente la noción de donde te encuentras. Es increible lo agotador que resulta caminar con tanta humedad, así que después de comer algo para recobrar fuerzas, nos preparamos para dormir una buena siesta en las hamacas (redes).
Conocer una poblado indígena y sus cultivos de piñas y palmeras de açai, fruto muy energético a pesar de su tamaño, con cuyas semillas las indias hacen pulseras y collares que venden a los turistas.
Tradicionalmente el sustento principal de los pueblos amazonicos ha sido la mandioca (yuca), que cultivan en áreas de la selva que son quemadas para plantarla.
En nuestra visita tuvimos la suerte de ver como elaboran de forma tradicional a fariña, un proceso bastante laborioso que empieza dejando la mandioca en remojo, luego se le quita la piel, se escurre el agua con un prensa y por último, en un especie de paella que está sobre un horno, se le va dando vueltas hasta secarla obteniendo así la harina de mandioca, ingrediente principal de la farofa, uno de los acompañamientos más típico de la cocina de Brasil.
Otra importante fuente de alimentación de esta zona es la gran variedad de peces que encuentran su habitat en el Rio Negro, por lo que aprovechamos para comprar a los pescadores locales piezas frescas del día.
Finalizando nuestras jornadas en Lo Peix disfrutando de una buena ducha en el barco, con unas impresionantes vistas de puestas de sol de fondo.