Nuestro vuelo sale a las 10 de la noche, y tenemos que coger el autobús para el aeropuerto de Beauvais sobre las 19h en una rotonda cercana al Arco del Triunfo, es decir, cerca de nuestro hotel, de modo que para no andar todo el día con las mochilas las dejamos en recepción y pasaremos por allí a recogerlas.
Para no perder mucho tiempo, en vez de callejeando nos vamos en RER (tren de cercanías) a la Ópera Garnier para hacer la visita interior.
Había opción de visita guiada, pero solamente en Inglés y Francés, así que para enterarnos sólo de un porcentaje decidimos la entrada libre, por 10 EUR.
El interior de la ópera como cabe esperar, es espectacular.
No es especialmente grande, pero te puedes entretener recorriendo rincones y viendo salas. Es una ópera orientada principalmente a espectáculos de ballet, por lo que no sorprende ver a muchas chicas fotografiandose en las escaleras en posiciones de baile.
Son especialmente curiosas las pinturas del techo, que desde luego no nos llamaron la atención por su elegancia, más bien parecian hechas por un niño pequeño... y de hecho esa pintura ha sido motivo de controversia bastante importante por la sensación de que desentona con el resto del edificio.
Tras salir de la ópera visitamos la iglesia de la Magdalena, muy cercana y que destaca por su monumental fachada.
Habíamos quedado a las 14h para comer en el barrio latino, y como preferimos caminar a usar metro, tenemos que salir a la cita. Paseamos por el borde del río, que siempre resulta agradable.
y llegamos a Notre Dame para probar 3 restaurantes que teniamos seleccionados como muy buenos, pero lamentablemente debido a la hora en la que estábamos comiendo (14h) todos ellos nos dicen que tienen cerrada la cocina, así que por el tiempo apurado para el vuelo de Ra y Vane, nos metemos en un Hipopotamus (una especie de Foster Hollywood que no nos gustó especialmente, tal vez por las espectativas que teniamos de comer en otros sitios.
Tras la comida decidimos ir a la esquina de la isla de Notre Dame a estar un rato sentados en la sombra y viendo los barcos pasar, como hace buen día hay bastante gente, además se está muy bien, lo cual nos hace confiarnos un poco y pasar un poco de agonía en la búsqueda de la estación RER para volver al hotel, ya que pensábamos que se encontraba cercana pero no era así, y además a cada persona que preguntábamos nos decía una cosa diferente.
Total, que después de unos sprints para llegar al RER, al hotel, y después al bus... por fin montamos destino Beauvais, allí se nota el estrés y en el bus alguna cae rendida durante la hora y poco que dura el recorrido.
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