Con el viaje cercano a su fin, decidimos cancelar una visita a los lagos del monte Fuji para poder disfrutar con mayor tranquilidad de cada sitio donde estábamos, aun así nos quedaba de paso y estaba incluido en el Japan Rail Pass el llegar hasta Fujinomiya, uno de los puntos de entrada al monte.
De modo que a la vuelta de Hiroshima hicimos noche en Shizuoka para al día siguiente madrugar y coger el tren a Fujinomiya, desde donde pese a las contínuas nubes pudimos contemplar lo imponente del monte Fuji.
Tras ello nos dirimos a Tokio para ver el anochecer desde una de las múltiples opciones que ofrece la ciudad.
Si lo tuyo es visitar ciudades desde las alturas, en Tokyo tienes varias opciones: Tokyo Sky Tree, Tokyo Tower, Edificio del Gobierno Metropolitano de Tokyo, Tokyo World Trade Center Building (WTC), etc..
Nosotros elegimos subir a la azotea del WTC desde donde hay una vista preciosa del resto de torres, además de la zona de Odaiba (mi preferida).
Es recomendable subir al atardecer para disfrutar tanto de la visita diurna y la puesta de sol como de la iluminación nocturna de la ciudad.
Uno de los lugares que no puede faltar en tu visita a Tokyo es el mercado del pescado o Tsukiji Market.
La subasta del atún se celebra a las 5 y media de la mañana y sólo admiten unos 200 visitantes, así que si quieres verla debes ser puntual y presentarte a las 4 para reservar plaza... Después de leer mucho por internet decidimos que no merecía la pena el madrugón y preferimos disfrutar de un paseo muy interesante viendo infinidad de pescados y mariscos vivos. Eso sí antes de las 11 y media que es cuando se van terminando las existencia y empiezan a recoger.
El edificio es monstruoso, pero no te cansas de recorrer y recorrer pasillos, eso sí, no te olvides de llevar un buen calzado, nada de sandalias ni tacones, lo mejor unas botas de agua como muchos de compradores que se acercan hasta allí.
Aprovechando la visita puedes desayunar un plato de sashimi fresquísimo y de la mejor calidad en los puestos y restaurantes que rodean el mercado. Te aseguro que merece la pena!
Finalizamos así nuestra estancia en Japón, un país de contrastes, como ningún otro que hayamos visitado. Modernidad y tradiciones milenarias conviven naturalmente en este país, es imposible no irse con una sonrisa pensando en sus gentes y lo bien que te tratan, la educación, la tranquilidad... ¿te lo vas a perder?