Empezamos nuestro viaje por la capital de Turquía visitando el tríptico de actividades centrales de la ciudad, la Mezquita Azul, Santa Sofía y Cisternas de Yerebatán.
Dada la hora de llegada, y como nuestro hotel estaba bastante cerca del centro, decidimos dar una vuelta por el mismo para hacernos una idea de las distancias y visualizar la vista nocturna de La Mezquita Azul y Santa Sofía.
Cenamos algo por el centro y nos volvemos al hotel para ya empezar el día siguiente completito.
Los sitios más conocidos se encuentran en un radio muy pequeño, con lo que apenas hay que caminar entre uno y otro.
Nuestra primera visita es la Mezquita Azul, llamada así porque los azulejos eran la mayoría azules, y donde Esther se tiene que poner un pañuelo para entrar y ambos quitarnos los zapatos para pisar el suelo enmoquetado.
Lo primero que notamos es que en contra de lo que nos habían dicho diferentes viajeros, no notamos ese olor a pies característico, tal vez fuese porque era primera hora de la mañana (a tener en cuenta).
Tras ello entramos en Santa Sofía, donde se notaba en su interior el paso de diferentes culturas, ya que en épocas había sido iglesia, mezquita...
Después de comer seguimos con el tríptico de actividades adjuntas, que no es otra cosa que las Cisternas de Yerebatán, construidas para almacenar agua para la ciudad, y de un tamaño considerable.
Para finalizar el día descubrimos que las botas de Esther se habían roto, y que les quedaba muy poco tiempo de vida, con lo que nos pasamos por el gran bazar para comprar unas "Converse" de imitación, y ya bastante cansados nos vamos al hotel a disfrutar de una gran sauna y baño turcos que resultaron estar genial.