Tan lejos nos queda nuestra querida Sierra de la Culebra que, ante la época de berrea, decidimos ir a Cuenca para ver si ésta se puede ver en buenas condiciones.
Así que reservamos dos noches en una casa rural de un pueblo pequeño llamado "Las Majadas", es una zona bastante aislada, con unas distancias enormes entre pueblos, todos ellos muy pequeños (de menos de 500 habitantes) y con apenas cobertura de móvil.
En el propio pueblo hay varios restaurantes en los que se come de calidad y a buen precio, especialmente recomendable probar la oreja en "El Tote". Nos gustó tanto que repetimos.
Al llegar al pueblo el viernes por la noche, salimos a dar un paseo nocturnos sin separarnos más de 400m de la zona de casas, y con nuestras linternas podemos ver más de 20 ciervos y escuchar la berrea sin parar.
El sábado por la mañana decidimos madrugar para ir a un punto que nos ha recomendado el dueño de la casa rural, ya que es época de caza y no es conveniente salirse de los caminos, no sea que nos confundan con algún bicho.
Nos vamos sin desayunar a las 7.15 de la mañana para plantar nuestros trípodes, sentarnos y observar con prismáticos la fauna local, buscando principalmente ver algún ciervo berreando. El sitio donde hemos ido no es especialmente bueno, pero aún así conseguimos ver y escuchar unos cuantos, de modo que nos volvemos a desayunar algo típico a un bar del pueblo sobre las 10 de la mañana.
Con el estómago lleno, nos acercamos al mirador de las majadas, punto realmente impresionante que nos encanta y que fichamos para volver al día siguiente temprano para comprobar si desde allí divisamos fauna.
Tras hacer un paso rápido por los callejones de las majadas, un punto de película, nos vamos a comer a otro de los restaurantes del pueblo, casa Raquel, igualmente buenisimo con inmejorable relación calidad-precio.
A las 16h tenemos reservada la visita al Hosquillo centro cinegético, situado en un valle espectacular dentro de la serranía de Cuenca, donde tienen animales en recuperación, y hacen visitas de educación medioambiental. Los guías la verdad es que son puro espectáculo, nos tocó Raúl, que se le ve que vive lo que cuenta con gran ilusión.
Allí podemos ver en recintos lobos y osos, ciertas aves rapaces en recuperación, y sueltos ciervos, gamos, muflones, etc...
Tras salir del hosquillo subimos al mirador del reloj, un punto desde donde se ve todo el parque, para ver anochecer.
Una vez caída la noche nuestra idea era dar otro paseo nocturno, pero ha sido un día tan largo que decidimos irnos a dormir para aprovechar la mañana del día siguiente.
El domingo nos levantamos sobre las 7.30 para ir al mirador de Las Majadas, y allí podemos disfrutar durante más de 2 horas de ver muy cerca buitres, jabalíes, ciervos y manadas enormes de gamos, todo ello además en su habitat natural, en un entorno de rocas, valles, montañas y bosques alejado de la civilización.
Sobre las 10.30 volvemos al pueblo para desayunar, recogemos las cosas y partimos de vuelta a casa en dirección a Uña, ya que nos han recomendado ese recorrido panorámico, y lo es.
En Uña vemos la laguna y el entorno, aprovechando para comer un chuletón buenisimo.
Nuestra idea después de comer era visitar la ciudad encantada, pero se nos ha hecho un poco tarde, de modo que lo dejaremos para una futura ocasión.